El significado, recuerdo y el presente de sus organizadores y protagonistas de las “Serenatas de Verano”, que nos convocan cada temporada estival desde el año 2003 para entregarnos un espectáculo de muy buen nivel.
El misterio de la noche, su magia, su vital elemento: la sombra, la oscuridad; su representación de las tinieblas, ninguno de ellos pudo vencer el encanto de expresar los más profundos sentimientos del hombre bajo la luna y las estrellas.
Sereno, de nuestra lengua madre latina “serenus” significa sosegado, tranquilo, calmo; se extiende a la humedad de la noche, la intemperie y el oficio de vigilante que ronda las calles – “Las doce han dado y sereno”- o quien cuida lugares.
Trovadores y troveros, en la Francia de los siglos XI y XII, entre las diversas formas poético musicales que obligaba la práctica del Amor Cortés se conocen las albas o alboradas –canciones matinales para despertar a los amantes- y las serenas o serenatas que se cantaban al anochecer.
Tanto festivas como intimistas, las serenatas eran música de ejecución nocturna en honor a una persona, canciones de amor declarándose a una dama o de reconciliación por un corazón herido.
Los yaravíes de la América colonial, devenidos en tristes, compartían la similitud del género europeo.
Tanto los festejos de la cruz como las serenatas fueron manifestaciones culturales que el español y luego el criollo conservaron en nuestra tierra.
Quienes contamos más de medio siglo en nuestros almanaques, recordamos esa tradición legada por nuestros mayores, entre protagonistas –por ser músicos- con un permiso policíaco y habiendo tenido el honor de ser homenajeados alguna vez en aquel Gualeguay de antaño. Los destinatarios: amigos, compañeros de escuela, profesores y algún pariente generoso con más de una botella de agradecimiento para calmar la sed de tánto alarido deseoso de ser canción. Inolvidables Navidades y Años Nuevos pateando calles y descorchando el botín en las plazas con el sol naciente.
En febrero de 2003, pleno fervor de Federales, Patacones y LECOP, dieron a luz las Serenatas de Verano en el patio del Museo Ambrosetti con “La trebe” (Angelito Ponce, Germán “Japo” Vela y Cary Pico), el querido Félix Olivera con Huguito Mena, el grupo vocal “Contravoces” (Alicia Fissore, Victoria Tamaño y Héctor Cabello) y “El motivo” (Melina Tempelopoulus, Alejandro Bravo, “Arito” Cardoso y Leo Castaño).
En 2008 resurgieron en el patio del Teatro Italia con la presencia del trío percusivo “Los matungos” y “Proyecto yacaré”, ambos de Paraná.
En 2009, con la producción artística de Juan Martín Caraballo, disfrutamos de “Espejada Trío” (Laura Balzer, Agustina Schreider y Adriana Bruselario), Raúl Ponce, “Chamamé Trío” (J.M.Caraballo, “Arito” Cardoso y Pablo Suárez) y “La zapeta blues” (Alejandro Bravo, Marito Fiorotto, Arito Cardozo, Jorge Geminiani, J.M.Caraballo).
En 2010, con la producción artistica de Juan Martin Caraballo, escuchamos a “Mauricio Laferrara” y “Caburé Trío” (Mauricio Laferrara, Flavio Valdez y Facundo Petruccelli), “Luis Bertolotti y su Conjunto”, “La Zapeta Blues Band” y la “Orquestarra Juan Ledesma”.
Este proyecto implica organizar nuestra propia fiesta, nuestro propio carnaval: lo ideamos, lo producimos artísticamente, rescatamos y salvaguardamos nuestro patrimonio devenido en un producto cultural con un formato de recitales-conciertos, contribuyendo a la oferta turística e involucrando el aporte financiero oficial y privado para ofrecerlo libre, gratuitamente y reencontrar los músicos con su gente, el público con sus artistas en un marco intimista, como en aquellas viejas serenatas.
El misterio de la noche, su magia, su vital elemento: la sombra, la oscuridad; su representación de las tinieblas, ninguno de ellos pudo vencer el encanto de expresar los más profundos sentimientos del hombre bajo la luna y las estrellas.
Sereno, de nuestra lengua madre latina “serenus” significa sosegado, tranquilo, calmo; se extiende a la humedad de la noche, la intemperie y el oficio de vigilante que ronda las calles – “Las doce han dado y sereno”- o quien cuida lugares.
Trovadores y troveros, en la Francia de los siglos XI y XII, entre las diversas formas poético musicales que obligaba la práctica del Amor Cortés se conocen las albas o alboradas –canciones matinales para despertar a los amantes- y las serenas o serenatas que se cantaban al anochecer.
Tanto festivas como intimistas, las serenatas eran música de ejecución nocturna en honor a una persona, canciones de amor declarándose a una dama o de reconciliación por un corazón herido.
Los yaravíes de la América colonial, devenidos en tristes, compartían la similitud del género europeo.
Tanto los festejos de la cruz como las serenatas fueron manifestaciones culturales que el español y luego el criollo conservaron en nuestra tierra.
Quienes contamos más de medio siglo en nuestros almanaques, recordamos esa tradición legada por nuestros mayores, entre protagonistas –por ser músicos- con un permiso policíaco y habiendo tenido el honor de ser homenajeados alguna vez en aquel Gualeguay de antaño. Los destinatarios: amigos, compañeros de escuela, profesores y algún pariente generoso con más de una botella de agradecimiento para calmar la sed de tánto alarido deseoso de ser canción. Inolvidables Navidades y Años Nuevos pateando calles y descorchando el botín en las plazas con el sol naciente.
En febrero de 2003, pleno fervor de Federales, Patacones y LECOP, dieron a luz las Serenatas de Verano en el patio del Museo Ambrosetti con “La trebe” (Angelito Ponce, Germán “Japo” Vela y Cary Pico), el querido Félix Olivera con Huguito Mena, el grupo vocal “Contravoces” (Alicia Fissore, Victoria Tamaño y Héctor Cabello) y “El motivo” (Melina Tempelopoulus, Alejandro Bravo, “Arito” Cardoso y Leo Castaño).
En 2008 resurgieron en el patio del Teatro Italia con la presencia del trío percusivo “Los matungos” y “Proyecto yacaré”, ambos de Paraná.
En 2009, con la producción artística de Juan Martín Caraballo, disfrutamos de “Espejada Trío” (Laura Balzer, Agustina Schreider y Adriana Bruselario), Raúl Ponce, “Chamamé Trío” (J.M.Caraballo, “Arito” Cardoso y Pablo Suárez) y “La zapeta blues” (Alejandro Bravo, Marito Fiorotto, Arito Cardozo, Jorge Geminiani, J.M.Caraballo).
En 2010, con la producción artistica de Juan Martin Caraballo, escuchamos a “Mauricio Laferrara” y “Caburé Trío” (Mauricio Laferrara, Flavio Valdez y Facundo Petruccelli), “Luis Bertolotti y su Conjunto”, “La Zapeta Blues Band” y la “Orquestarra Juan Ledesma”.
Este proyecto implica organizar nuestra propia fiesta, nuestro propio carnaval: lo ideamos, lo producimos artísticamente, rescatamos y salvaguardamos nuestro patrimonio devenido en un producto cultural con un formato de recitales-conciertos, contribuyendo a la oferta turística e involucrando el aporte financiero oficial y privado para ofrecerlo libre, gratuitamente y reencontrar los músicos con su gente, el público con sus artistas en un marco intimista, como en aquellas viejas serenatas.
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