Formado bajo la tutela de Juan D’Arienzo, acumuló méritos para tomar vuelo propio y dirigir su propia orquesta, basada en un estilo musical distinto que le permitió competir con los mejores de su época. Estuvo prohibido y conoció calabozos por sus ideas y militancia. Pero, finalmente, ha sido valorado y respetado.
Músico, pianista, autor, arreglador y director, Fulvio Werfiel Salamanca nació en Juan B. Molina (Provincia de Santa Fe) el 19 de agosto de 1921. Vivió su niñez en Las Varillas, Córdoba, siendo un estudioso del piano desde los 6 años. Perfeccionado ejecutante, integró un conjunto juvenil y desde allí el gran salto a la orquesta de D’Arienzo en 1941, con sólo 20 años. El Rey del Compás avizoró a un talento y fue su pianista y arreglador (reemplazando en esta función a Héctor Varela) hasta 1957, grabando para el sello Víctor con dicha orquesta, 380 temas.
El prestigio alcanzado en el período quizás de mayor popularidad del Maestro, le abrió camino a Salamanca y en junio del ‘57 armó su propia agrupación. Cultivó un estilo perfectamente diferenciado de D’Arienzo, caracterizado por una peculiar marcación rítmica sincopada y el empleo agudo y sobreagudo de las cuerdas. Entre sus principales instrumentistas cabe citar a los eximios violinistas Elvino Vardaro y Aquiles Aguilar. Los cantores Armando Guerrico y el uruguayo Luis Correa, fueron los de más larga permanencia.
DISCOGRAFIA. Su primer disco para Odeón incluyó los tangos: Chiqué (Brignolo) y Alma en pena (de Aieta) cantado a dúo. Ambos vocalistas, más adelante registraron los versos de Eduardo Moreno para Recuerdo, de Pugliese, nada fácil de interpretar. Se destacan sus versiones instrumentales de los clásicos Pelele, La rayuela, El taita, El Mareo, y sus propios tangos: Matraca (estupenda versión de 1959), Tanguereando, Viento sur y Muñeco saltarín. Y entre los cantables: Tomá estas monedas, Amarga sospecha (con Carlos Bahr); Delantal, Ay, mimosa, Desde aquella noche, Aquí he venido a cantar, Carancho, Cabecita de oro, el vals Eterna dedicado a su esposa (versos de Bahr), la milonga Ana María (con Nolo López) y el muy comercial Se-pe-ño-po-ri-pi-ta-pa”, paradójicamente su mayor éxito y el de menor calidad (letra de Carlos Bahr) que sólo grabó D’Arienzo, cantado en jerigonza por Alberto Echagüe. Se vendieron millones de discos en los años ’50. También tuvieron muy buena recepción popular las interpretaciones por Fulvio de los tangos: Adiós Corazón, Bomboncito, Hasta Siempre Amor, Todo Es Amor, Ansiedad, de distintos autores, todos con la voz melodiosa de Armando Guerrico.
PERSEGUIDO. De firmes convicciones ideológicas afines al Partido Comunista, Salamanca comenzó a tener problemas y más de una vez terminaba en el calabozo. Contaba el cantor Armando Laborde que el día que se iba a probar con D’Arienzo, éste lo dejó plantado porque había ido a sacar a Fulvio de la comisaría. La orquesta de Salamanca se proyectó hacia el exterior. Hizo un periplo por Japón de casi tres meses, en importantes ciudades y donde grabó 24 temas para el sello Víctor Japón. Actuó en Montevideo, Brasil y en 1961 realizó una gira por nuestro país, Uruguay y Chile. En Paraná estuvo al menos dos veces en el Club Olimpia, animando los bailes de carnaval, con los cantores Julio Rodolfo y Luis Roca. Cuando en esa década declinaba el tango, redujo su formación en 1968 a un trío, grabando para Music-Hall. Hizo en Buenos Aires dos discos, encargados por Japón y editados por King Records, que contenían tangos europeos, el primero, y motivos folklóricos nipones en tiempo de tango, el segundo.
Eran frecuentes en esa época sus problemas con gobiernos de turno, y se lo prohibió en radio y televisión. Finalmente, en 1987 formó un sexteto con el que grabó su último LD para el sello Almaly, con la voz de Julio Rodolfo. Su discografía, en síntesis, es esta: 36 registros en Odeón (1957/1963); con Philips 11 (1961); 60 temas para Music Hall (1964/1969). El primer disco de los cuatro LD que hizo en este sello, contiene una excelente versión de Maipo, de Arolas. A esta reseña hay que sumar las 48 grabaciones antes mencionadas para sellos japoneses y las10 últimas que hizo para Almaly. Todo esto da un total de 165 registros. Varios temas fueron remasterizados en CD en 2002.
ACOMPAÑANTES DE LUJO. Por la orquesta desfilaron músicos brillantes, como los bandoneonistas Osvaldo Rizzo, Osvaldo Piro, Oscar Bassil; los violines de José Carli, Fernando Suárez Paz, Leo Lipesker y el contrabajista Rafael del Bagno. Además de los ya nombrados cantores, pasaron Jorge Garré, Andrés Peyró, Mario Luna, Alberto Chino Hidalgo y Carlos Nogués. Fulvio Salamanca fue un gran músico y reconocido como un buen hombre, que nunca renegó de sus ideales, tanto en la política como en el arte. No comprendió el fenómeno de masas que significó el peronismo, pero nunca traicionó los valores nacionales ni las justas reivindicaciones de su pueblo. Falleció en Buenos Aires un Día de la Patria, el 25 de Mayo de 1999. Tenía 77 años.
Opinión de un experto
El biógrafo Dr. Ricardo Garcia Blaya, cuenta que a mediados del año 2000 se encontró con un maestro del piano: Carlos García. “Charlamos de todo un poco y, en un momento, se me ocurrió preguntarle quien era para él el mejor pianista del tango. Con su habitual caballerosidad hizo un recorrido de los más grandes ejecutores y así fueron surgiendo los nombres de Di Sarli, Maderna, Biagi, Luis Riccardi, Orlando Goñi, Salgán y otros más. La cosa parecía cerrada, pero al despedirnos, me tomó del hombro y con voz cómplice me confesó: ‘Tiene idea qué monumental pianista fue Salamanca, que tanto tiempo tuvo que lidiar con D’Arienzo. Sabe lo difícil que debía ser y además, hacerlo tan bien’. Su respuesta lo decía todo. Sin duda, Fulvio Salamanca fue para mi uno de los más grandes, además de excelente director y arreglador, que nos dejó registros inolvidables. Su técnica y virtuosismo eran capaces de seguir el desenfreno rítmico de D’Arienzo y ponerle belleza. Cuando tuvo su propia formación impuso su gran personalidad y, sin perder su estética milonguera, exhibió una armonía y un modelo de orquestación que realzaban la musicalidad de los temas, con vigor, pero sin falsas estridencias” conluyó Blaya.
Carmen
Milonga candombeada
Naciste en la cuna pobre que nunca alcanza
el ritmo de unos tambores te bautizó....
Creciste en el sueño blanco de la esperanza
mordiste la rosa roja de la pasión,
cantaste a las noches negras del conventillo
lloraste cuando tu madre ya no volvió.
El golpe vino de golpe como un martillo
tu vida entre los tambores se consumió.
Carmen... hermana Carmen,
duerme... sin despertar.
Dolor, dolor de negro,
de negro que es más dolor.
Ya nunca podrás cantar,
ya mudo quedó el tambor...
ya mudo quedó el tambor...
Letra y música: Fulvio Salamanca.
Grabada por Osvaldo Pugliese, su orquesta y las voces de Jorge Maciel y Abel Córdoba (1965-Odeón).
Publicado por: El Diario de Paraná.
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