Cuando Ástor Piazzolla conoció a Carlos Gardel tenía doce años. Hacía cuatro que tocaba el bandoneón y ocho que vivía en Nueva York con su familia. A esa edad, ya frecuentaba algunos clubes de jazz, porque era esa la música que le gustaba. Si bien su papá intentaba inculcarle el amor por el tango, el pequeño Astor no le encontraba sentido al ritmo del 2x4. Un día, papá Vicente se enteró de que Carlos Gardel estaba en Nueva York y pidió a su hijo que le entregara un presente a ese hombre que tanto admiraba. Ambos tuvieron una buena impresión del otro, tanto que Piazzolla prometió volver al otro día a tocar. “Sentate tranquilo, tomá la leche y tocate algo en el bandoneón”, cuenta que dijo Gardel, Diana Piazzolla, hija del bandoneonista. Durante esa tarde, Ástor tocó varios temas pero ningún tango. “Al tango no lo entiendo”, le confesó a Gardel, “yo escucho jazz”.
Sin embargo, el Zorzal Criollo estaba como encantado con Piazzolla. “Lo acompañé, en ciertas oportunidades, con el bandoneón que yo recién empezaba a estudiar. Para entender y amar a Gardel, uno tiene que haber pasado por Buenos Aires, conocer el Mercado de Abasto, y yo sólo era un chico de trece años que vivía en Nueva York. Ni siquiera tocaba bien un tango en el bandoneón. Por eso Gardel, cuando me escucha por primera vez, me dice: ‘¡Pibe, vos tocás el bandoneón como un gallego!’.” Sin embargo, el Morocho del Abasto le vaticinó un gran futuro como músico y, al poco tiempo, lo llamó para grabar el disco El día que me quieras. “Tenía trece años. Yo de tango no conocía nada. Allí debuté como tanguero, tocando con Gardel. Habré hecho diez o doce temas con él y terminamos comiendo un asado”, contó Astor Piazzolla.
Después se volvieron a ver durante la filmación de El día que me quieras, donde el músico protagonizaba un joven canillita. “Nos vimos seis o siete meses después filmamos la película, además, lo acompañaba a comprar ropa y a veces a pasear por New York”, comenta Ástor en su biografía. Al finalizar la filmación, el Zorzal festejó el final con un asado. “Vení pibe, pone la música de ‘Arrabal amargo’ y dale con todo”, dijo Gardel. Tocaron sin saber que ese encuentro marcaría la historia y el destino de Piazzolla.
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Publicado por: Tiempo Argentino.
Sin embargo, el Zorzal Criollo estaba como encantado con Piazzolla. “Lo acompañé, en ciertas oportunidades, con el bandoneón que yo recién empezaba a estudiar. Para entender y amar a Gardel, uno tiene que haber pasado por Buenos Aires, conocer el Mercado de Abasto, y yo sólo era un chico de trece años que vivía en Nueva York. Ni siquiera tocaba bien un tango en el bandoneón. Por eso Gardel, cuando me escucha por primera vez, me dice: ‘¡Pibe, vos tocás el bandoneón como un gallego!’.” Sin embargo, el Morocho del Abasto le vaticinó un gran futuro como músico y, al poco tiempo, lo llamó para grabar el disco El día que me quieras. “Tenía trece años. Yo de tango no conocía nada. Allí debuté como tanguero, tocando con Gardel. Habré hecho diez o doce temas con él y terminamos comiendo un asado”, contó Astor Piazzolla.
Después se volvieron a ver durante la filmación de El día que me quieras, donde el músico protagonizaba un joven canillita. “Nos vimos seis o siete meses después filmamos la película, además, lo acompañaba a comprar ropa y a veces a pasear por New York”, comenta Ástor en su biografía. Al finalizar la filmación, el Zorzal festejó el final con un asado. “Vení pibe, pone la música de ‘Arrabal amargo’ y dale con todo”, dijo Gardel. Tocaron sin saber que ese encuentro marcaría la historia y el destino de Piazzolla.
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